
Los cursos de etiquetado de eficiencia energética de viviendas no sólo abren una nueva veta profesional, sino que también exponen una verdad fundamental: sin una correcta aislación térmica, el ahorro y el confort térmico son metas inalcanzables.
En un país donde el sector residencial consume casi un tercio de la energía eléctrica y casi un 14% del total de la energía de todo el país, la formación de expertos en eficiencia energética se vuelve crucial.
Argentina avanza a paso firme en la implementación de un sistema que promete revolucionar el mercado inmobiliario y la forma en que concebimos el consumo energético en nuestros hogares. El Programa Nacional de Etiquetado de Viviendas (PRONEV), impulsado por la Secretaría de Energía de la Nación, busca clasificar el rendimiento energético de las propiedades con una escala que va de la ‘A’ (máxima eficiencia) a la ‘G’ (menor eficiencia), similar a la que ya conocemos en los electrodomésticos.
“Para que este sistema sea una realidad tangible en todo el territorio, la pieza clave es la formación de profesionales capaces de realizar estas evaluaciones”, comenta Javier Maltz, presidente de ANDIMA, Asociación Nacional de Materiales de Aislación Térmica.
En la misma tónica, agregó que “los cursos para certificadores o “etiquetadores” se han convertido en el motor de esta transformación. Arquitectos, ingenieros y maestros mayores de obra de todo el país se están capacitando para aplicar la normativa y emitir las etiquetas que, en un futuro cercano, podrían ser un requisito para vender o alquilar una propiedad”.
Hasta la fecha, ya son catorce las provincias adheridas al programa nacional: Catamarca, Chubut, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, La Pampa, La Rioja, Mendoza, Neuquén, Rio Negro, Salta, San Juan, Santa Cruz y Santa Fe.
Con el reciente inicio de actividades para su implementación en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, existe una clara tendencia federal hacia la estandarización de la eficiencia energética. En estas jurisdicciones, los colegios profesionales y universidades han tomado un rol protagónico, organizando capacitaciones que ya han formado a cerca de mil especialistas.
El proceso de etiquetado va más allá de una simple calificación. El certificador realiza un análisis exhaustivo de la vivienda, evaluando la calidad de su envolvente: muros, techos y pisos.
También considera los sistemas de climatización, iluminación y producción de agua caliente. El resultado es un diagnóstico preciso que no solo indica cuánta energía consume la propiedad, sino que además identifica sus puntos débiles y puede ser utilizado tanto como herramienta de diseño para mejorar un proyecto como para proponer un plan de mejoras o rehabilitación energética.
Aquí es donde la aislación térmica eficiente cobra un protagonismo absoluto. Según estudios desarrollados por ANDIMA en la materia, una envolvente –techo, muros y pisos- bien aislada es el factor más determinante para reducir la demanda de energía.
Según especialistas del sector, mejorar la aislación térmica de una vivienda -mediante Lana de Vidrio, Poliestireno expandido y Poliuretano – puede disminuir el consumo de energía para calefacción y refrigeración hasta en un 35%. “Una casa mal aislada es como un colador. Podemos tener el sistema de calefacción más moderno, pero si el calor o el frío se escapa por el techo y las paredes, estamos derrochando energía y dinero”, explica Maltz.
Los cursos de etiquetado ponen un fuerte énfasis en enseñar a los futuros certificadores a detectar deficiencias en la aislación térmica. Aprenden a identificar puentes térmicos, analizar la calidad y eficiencia de los materiales y medir su transmitancia térmica. Este conocimiento es fundamental, ya que las mejoras más efectivas y con mayor retorno de inversión suelen estar relacionadas con la aislación térmica de la envolvente.
IMPACTO DOBLE
Por un lado, se crea una nueva generación de profesionales con una profunda conciencia sobre la importancia de construir y refaccionar con criterios de eficiencia. Por otro, se ofrece a los propietarios una herramienta clara para valorizar sus inmuebles. Una vivienda con una buena etiqueta energética (A, B o C) no sólo garantiza facturas de servicios más bajas y un mayor confort térmico interior, sino que también aumenta su valor de mercado.
“En un contexto de actualización de tarifas energéticas y una creciente conciencia ambiental, la eficiencia energética ha dejado de ser un concepto abstracto para convertirse en una necesidad concreta. La capacitación de etiquetadores es el primer gran paso para que Argentina construya un futuro más sostenible, un hogar a la vez”, concluye Maltz.
SITUACIÓN A NIVEL PAÍS
Los cursos válidos son aquellos que se enmarcan dentro del Programa Nacional de Etiquetado de Viviendas (PRONEV). Cualquier curso fuera de este circuito no cuenta con el reconocimiento oficial para certificar con el software de cálculo y formar parte del registro de etiquetadores.
La capacitación es impulsada por las secretarías de energía de las provincias que adhieren al programa, en colaboración con los colegios profesionales (de arquitectos, ingenieros, etc.) y universidades nacionales.
Al aplicativo, herramienta online desarrollada por el gobierno argentino para evaluar la eficiencia energética, se puede acceder gratuitamente, pero si no se es certificador, no se puede es certificar. Hoy hay casi 5.000 usuarios activos a través de https://etiquetadoviviendas.mecon.gob.ar/
En el primer semestre de 2025 se realizaron una serie de cursos coordinados a nivel nacional en las siguientes provincias: Córdoba, Corrientes, Salta, San Juan y Río Negro.
Según datos del gobierno, hasta la fecha se han dictado 17 cursos oficiales, logrando la formación de más de 900 profesionales en todo el país.
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16/07/2025
